Milei Chronicles (9): El Loco en el Río

Javier Milei El Loco

Como ejemplo ilustrativo de los argumentos castizos y doctrinarios de Milei sobre el papel del Estado en la “sociedad” argentina (concepto que Milei, al igual que Margaret Thatcher, rechaza), Milei dio una charla a principios de septiembre de 2023 en La Rural (eje del poder del Campo en la Argentina) en la que habló de la contaminación de los ríos y del derecho de las fábricas a contaminar los ríos a su antojo.

Desde una pequeña perspectiva de fondo, uno de los destinos turísticos más populares de Buenos Aries es La Boca (desembocadura del río en español). El barrio de La Boca es famosa por sus casas hechas de madera y chapa pintados con restos de latas de pintura utilizadas para reparar los barcos visitantes, también por sus galerías de arte, su partido de fútbol (Boca Juniors) e incluso por el tango. El río que desemboca en el Río de la Plata en La Boca se llama “Riachuelo”. Es donde se hizo el primer puerto de la ciudad. Los efluentes de las fábricas envenenaron el Riachuelo durante siglos. Históricamente fue responsable de brotes de fiebre amarilla que obligaron a abandonar el centro más antiguo de la ciudad en San Telmo. En 2023 el Riachuelo es un río, color negro, fétido y muerto que fluye por los suburbios del sur. Fue destacado en un estudio reciente como uno de los diez lugares más contaminados del planeta la mayor parte de esta contaminación proviene de la industria, así que ¿quizás? el ejemplo de Milei no sea tan hipotético.

Fiel a su retórica de populista de derechas, Milei no tiene ningún interés en el medio ambiente. Incluso comentó que el cambio climático, al igual que, Francisco, el Papa argentino son ambos un “complot comunista”.

Pero volvamos a sus fabulosas teorías sobre la contaminación de los ríos.

En el caso de una empresa que contamina un río, lo que no está bien definido, argumenta Milei, es el derecho de propiedad. Es eso Milei refiere a la propiedad del agua del río. En la escuela austriaca todo gira en torno a la propiedad y el dinero, hasta que la contaminación no afecta al propietario de un recurso, éste no existe y el Estado no puede ser propietario de nada así que no debería meterse.

“Esta empresa puede contaminar el río todo lo que quiera porque [Argentina] es una sociedad a la que le sobra el agua y el precio del agua es cero”, explicó Milei en su discurso. Y, en caso de escasez de agua, añade: “alguien se encargará de apropiarse del río” porque el agua “dejaría de valer cero y se acabaría la contaminación”, pero hasta entonces “Una empresa puede contaminar un río todo lo que quiera”…

Hasta un niño nadando río abajo de la hipotética fábrica con sus libertades de mercado para contaminar (proveniente de la escuela Austriaca) puede ver que los argumentos de Milei son ambos erróneos e pueril. Pero está aún peor su incoherencia sobre la situación local, por ejemplo Milei argumenta, sin rodeos, que Argentina “es una sociedad que tiene mucha agua”.

¿De qué Argentina hablase? Buenos Aires está situada en la costa del río más ancho del mundo (el Río de la Plata, de 37 km), que a menudo está envenenado por fábricas y efluentes sin tratar, hasta las extremas de que es ilegal bañarse en la costa de Buenos Aires por razones sanitarias, pero para nada se significa que Argentina sea un país a la que le sobra el agua. En algunas provincias Argentinas la escasez de agua es extrema. Por ejemplo, en la provincia de Santiago del Estero hay muchos pueblos donde los habitantes tienen que comprar agua potable en envases de plástico para sobrevivir.

Además, durante los dos años en que Milei (supuestamente un economista) fue diputada en el Parlamento nacional, el sector agrícola argentino sufrió una gran sequía (Díos mío ¡no hablemos del cambio climático!) que ha costado a la economía decenas de miles de millones (de sus amadas) dólares estadounidenses en exportaciones previstas que no pasó por falta de agua.

¿No se dio cuenta Milei que había sequía? Seguramente diputado Milei, si dice ser economista, habría visto sus efectos en el presupuesto nacional. Pero cuando se trata del cambio climático, no hay más ciego que el que no quiere ver. ¿Quizá no se ha decidido aún a quién se privatizaría la lluvia?

Fundamentalismo de mercado incompatible con el medioambiente

Proteger la calidad del agua de los ríos Argentinos, aunque no sea rentable, siga teniendo sentido. Una decisión como la de permitir la contaminación de un río nunca debería tomarse por motivos puramente económicos (aunque muchas veces así lo hacen). La contaminación causa daños al río y a quienes dependen de sus aguas limpias, daños económicos sí, pero también otros más daños. Las comunidades humanas (y la vida no humana) que viven aguas abajo se ven afectadas. Esto es cierto tanto si haya un costo económico, como una multa o el costo de funcionamiento de una planta de filtración, como si no lo hubiera.

El punto de vista de Milei sobre la naturaleza, los ríos, el agua, la vida no humana (¿me atrevo a utilizar una palabra larga que quizá no entienda: “la biodiversidad”?) es tan extremo que roza lo psicótico. Milei sale con estas ridículas barbaridades con demasiada frecuencia. Así es su infantil estilo de debate. Debe de haber tenido una infancia infeliz y quiere desquitarse con los peces.

Los ríos y la contaminación existen en la realidad Argentino pero, afortunadamente, no hay presidentes electos que defiendan una economía a la moda austriaca. ¡Al menos no hay todavía! Mises, héroe de Milei, no es más que un teórico muerto, sus teorías apestaban entonces y siguen apestando en la actualidad. Si una fábrica vierte venenos en un río, en el mundo real, los peces, la fauna, las personas y la tierra se envenenan concentrando estos venenos en nuestros cuerpos o en el suelo.

Contaminación es una mala política, siempre lo ha sido.

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