A finales de marzo de 2024, y al comienzo del segundo trimestre de su primer año como Presidente, Javier Milei hizo caer el martillo sobre el estado argentino. La herramienta preferida del presidente no es un martillo sino una motosierra. Con la motosierra Milei ha comenzado a cortar las patas del propio Estado por el cual ha sido elegido para gobernar. Esta reducción no es una poda liviana de ramitas secas, sino el ruidoso derrumbe de un árbol herido que ya tiene doscientos años y que se estrella contra el suelo. Cuando Milei termine con su brutal plan de reforma de Argentina, el país podría parecerse más a la Franja de Gaza que a la isla hípercapitalista Irlanda (su modelo económico mítico). Cualquiera que haya echado un vistazo crítico sobre el culto económico extremista de Milei no se sorprenderá, pero recién empezó. Sin embargo, la mayoría de la población argentina se enfrenta a una abrupta introducción al paleolibertarianismo, una dura sorpresa. La mayoría no tiene ni idea cuál es la diferencia entre “neoliberal” y “liberal”. Para ser más preciso, no saben en qué consiste el ultraliberalismo “paleolibertario”. Es hora de tomar un curso intensivo.
Abróchense los cinturones. Esto se va a poner feo.
Javier Milei es miembro de una facción extrema de la secta libertariana, seguidores de un desconocido pseudo-filósofo muerto, Murray Rothbard, que también se autodenominaba economista. El entonces candidato presidencial Milei nombró “Murray” a uno de sus perros clonados en su honor. Este subculto del ultraliberalismo muestra un marcado desprecio por el Estado y mira con extrema desconfianza cualquier forma de vínculo societario (fuera de la familia o una compañía privada). Tampoco les gusta la cohesión nacional, de hecho ni siquiera les gusta el Estado.
Cuando la ministra de Seguridad de Javier Milei, Patricia Bullrich, llegó al poder intentó crear una ley que prohibía que tres o más personas se juntaran en un lugar público. Esa ley fue derogada porque se hizo recordar a la era de la última dictadura, pero la sospecha autoritaria y paranoica detrás del término “colectivismo” permanece. El ex ministro de Economía argentino Aldo Ferrer calificó de Densidad Nacional un elemento esencial para el éxito del Estado Argentino. Los libertarios tienen una visión totalmente opuesta.
Consideran la cohesión social como un plaga que denominan “colectivismo”. Al igual que Margaret Thatcher, los Rothbardianos ven la cohesión social como algo que hay que erradicar utilizando la competencia y la división social. El colectivismo, y una sociedad sano en general, les da mucho miedo porque no pueden poner precio a la solidaridad. Los objetivos de la sociedad suelen ser antagónicos al poder absoluto del capital o la propiedad privados así que son enemigos para ellos. El precio que los rothbardianos ponen a la solidaridad es la reducción de la “libertad” individual de usar y disponer de sus bienes propios.
La sociedad podría abogar por un parque nacional para proteger las especies autóctonas, o un parque urbano para que juegan los niños. Ambos son conceptos horrorosos para los Rothbardianos que son precisamente neo-feudales. No puede haber propiedad pública ni siquiera de un parque urbano o un bosque nacional, todo propiedad debe ser privada. Como era de esperar, los puestos de trabajo y los salarios de los guardabosques argentinos ya se han visto afectados. Hasta el año 2023 nunca ha habido un presidente paleo-liberal, de hecho, presidir un Estado que uno mismo desea eliminar. Es patentemente absurdo, siendo una contradicción en los términos. Javier Milei ha llevado a Argentina a aguas inexploradas, a un viaje esquizofrénica en la destrucción de la sociedad.
La última vez que Argentina intentó algo tan radical fue a finales de los 1980 y principios de los ’90. Carlos Saúl Menem fue el héroe del FMI y traidor al pueblo Argentino. El experimento Menemista con neoliberalismo extremo terminó en un abyecto desastre en el verana desastroso de 2001/2002. Curiosamente la tumba de Menem ha sido recientemente removida y en Semana Santa vuelve la privatización. El tumulto de la privatización será peor esta vez, ya que la economía argentina se encuentra ahora más débil y el nuevo presidente es aún más radical.
En un territorio inexplorado, predecir el rumbo futuro es intrínsecamente peligroso. Predicciones sobre cómo responderá la sociedad argentina a la contracción de su Estado en el largo plazo es imposible, pero a corto plazo las reacciones parece cada vez menos firme, que es precisamente lo que el FMI advirtió a Javier Milei en febrero. Las reacciones son, como es lógico, cada vez más emocionales y extremas, pero aún no han logrado producir ninguna reacción unificada a esta nueva farsa política.
Dado eso para intentar analizar las reacciones de los diferentes sectores sociales de la población ante la reducción libertaria del Estado, se podría creer las siguientes divisiones de la población para examinar las reacciones de cada grupo.
Grupos de interés en el Fin del Estado Argentino
La siguiente es una lista de grupos de interés en la economía argentina. Ninguno es mutuamente excluyente, de hecho algunos pueden solaparse y se presentan sin ningún orden en particular. La idea es observar el achicamiento del Estado impulsado por los libertarianos desde varias perspectivas para comparar y contrastar.
Un grupo es el propio gobierno, con intereses estatales obvios y no tan obvios. Milei los describe como la casta política, son sus principales objetivos declarados para el cambio del estado. Su supuesto enemigo, curiosamente, también parece incluir a ciertos miembros del propio partido de Milei. Por ejemplo, la brillante, pero siniestra, vicepresidenta Victoria Villarruel o el maquiavélico Martín Menem (sí, es emparentado). También podríamos mencionar al menos refinado secuaz de un partido libertario rival de sólo un diputado (él mismo) José Luis Espert, y no podemos dejar de mencionar a la menos brillante ministra de Asuntos Exteriores, Diana Mondino, el miembro más rico del gabinete de LLA (ahora envuelta en un escándalo de pesca ilegal en Patagonia).
Puede que nos quedemos un poco cortos si decimos que no todos los políticos profesionales de Argentina son 100% incorruptibles y que algunos cuentan con su reelección para mantener el poder estatal que les permite repartir contratos públicos a contratistas privados, asegurándoles beneficios garantizados proveniente de dinero pagado de los impuestos, o de la deuda pública (por un porcentaje, por supuesto). En el baile de la a corrupción hacen falta dos, y la fuente de corrupción en Argentina (como siempre) son los negociadores de las altas esferas de la empresa privada, los dueños y los CEOs de las contratistas. Hay mucho en juego. Para la corrupta casta política, cualquier reducción libertaria del Estado es una amenaza a sus ganancias. Incluso las declaraciones, anodinas que sean, de algunos políticos de la LLA de que desean proporcionar cierto nivel de transparencia en los contratos nacionales y provinciales podrían ser además un gran problema. La transparencia amenaza sus ingresos y a la vez su poder. Estos políticos existen entre los propios aliados de Milei en el PRO, así como en la oposición. Incluyen a ciertos gobernadores provinciales corruptos de todas las marcas, incluyendo a varios elementos desagradables del peronismo pero de múltiples partidos que han sido una hemorragia para los recursos del Estado durante décadas. La verdadera casta política ha hecho carrera con el nepotismo y los sobornos y no quiere perder el poder. Enfrentarse a estos poderosos agentes del Estado (especialmente al nivel provincial) está pasando factura al gobierno de Milei.
El vasto grupo de las clases medias son los afectados por el aumento de los costes y la reducción de los niveles de servicio y la caída (en términos reales) de los salarios para pagar estos costes. Entre ellos se encuentran los desempleados, los empleados públicos y privados y, sobre todo, muchos jubilados que dependen de su menguante pensión para mantenerse por encima del umbral de la pobreza. Este sector está experimentando una ira creciente (o una profunda depresión) como resultado directo de la negación del gobierno a reconocer sus necesidades humanas reales. De nuevo, las necesidades humanas no son un concepto libertario. Cada vez les afectan más negativamente las subidas masivas de precios de bienes y servicios (como los alimentos básicos), pero también se enfrentan a nuevas amenazas como los incendios y (más recientemente) las inundaciones, así como al peor brote de dengue de la región en la historia. Estos últimos están directamente relacionados con la falta de adaptación y el fracaso de los servicios públicos para hacer frente al cambio climático. De nuevo, ninguno de los dos conceptos existe en el léxico libertario.
La emergencia no declarada de la epidemia de dengue en la Argentina en marzo, ha provocado al menos 119 muertes y 1000 muertos en la región. Con al menos ciento seisenta mil casos comprobados de dengue hasta la fecha en Argentina y dos millones en Brasil, donde la emergencia sí ha sido declarada. Apenas dos años después de la pandemia de COVID-19, otra epidemia vuelve a llevar a la sanidad pública al borde de la quiebra. Los sérums utilizados en el diagnóstico del dengue se están agotando (convenientemente para las estadísticas) en los servicios de salud públicos y privados argentinos y el gobierno se pliega a ridículas teorías conspirativas sobre vacunas cada vez más eficaces contra el dengue, como ya hizo en la oposición durante el COVID. Milei sugiere prohibir las vacunas o cobrar 100 dólares por inyección (fuera del alcance de los pobres). En resumen, la Argentina de Milei se parece cada vez más a la ultra-derecha chiflada del hemisferio norte. Un gobierno que es expresamente en contra de la salud pública como concepto y que choca otra vez contra las recientes epidemias demostrando sus incapacidades de confrontar las emergencias sean de salud o de cambio climático. El colapso del sistema sanitario público también se ve agravado por el hecho de que ahora acuden a los hospitales públicos muchos pacientes que antes fueron al sector privado de salud. Este es un efecto secundario de la subida de los precios y la caída de los salarios reales, lo que significa que los enfermos ya no pueden permitirse pagar el seguro médico. De hecho, la crisis sanitaria se ha extendido desde la capital subtropical de Buenos Aires hasta la capital de Río Negro fría de Viedma en la Patagonia. La falta de presupuesto para pagar los sueldos de los médicos ha provocado la dimisión masiva de equipos enteros de médicos en los hospitales públicos.
Otro grupo muy afectado son las familias de los trabajadores despedidos. Se encuentran sin empleo en una profunda recesión en la que las sistemas de seguridad social se desmoronan. También afectados están los sindicatos cuya labor es representar los intereses de los trabajadores despedidos, en particular ATE Asociación Trabajadores del Estado. Ambos grupos están furiosos y asustados, pero también están más que dispuestos a enfrentarse directamente a las ideas de Milei. Esto ya ha comenzado y no hará más que acelerarse después de Semana Santa. El ATE ha convocado huelgas nacionales y se intensificarán las marchas en todo el país. Estas movilizaciones volverán inevitablemente cada vez más violentas ya que las propias fuerzas de seguridad de Milei están ansiosas por más confrontación callejera ahora que sus manos han sido liberadas de las restricciones legales por la ex-terrorista, ahora ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Por último, están los que no se ven ni directamente ni indirectamente afectados por los recortes del Estado, principalmente miembros de las clases medias y altas. Sus reacciones pueden dividirse en varios sectores. Están los progresistas y los argentinos nacionalistas que aman a su Estado y odian verlo reducido y vendido al peor postor. Este sector se muestra cada vez más activo contra Milei por principios y por su nacionalismo. Un segundo subgrupo son los conservadores (poco o nada nacionalistas) y los propios libertarios que aún esperan con una esperanza religiosa que haya luz al final del túnel. Su apoyo directo (y la promoción online de los memes de león y otros memes de héroe en las redes sociales) se está silenciando a medida que su propia familia y amigos les muestran los costos sociales de las políticas de Milei. Este subgrupo puede dividirse en dos o tres subgrupos. En primer lugar están los fans libertarios, en su mayoría hombres jóvenes, que todavía ven a Milei (y a su partido La Libertad Avanza) como un grupo heroico y se aferran a la esperanza de que la drástica reducción del Estado liberaría de alguna manera el dinero del Estado también impulsaría una nueva sociedad liberal argentina a través del crecimiento del sector privado y una mágica reaparición de la competitividad. Siguen creyendo que la macroeconomía sea un juego de suma cero, y que es posible que todo sea mejor después de esta dolorosa joroba. Lo creen porque Milei se los dijo. Son parecidos a las hinchas de un club de fútbol de tercera liga, son leales y seguirán creyendo en el éxito mítico. Otro subgrupo es el de los conservadores anti-K (los que no les gustan a Cristina Fernández de Kirchner). Se trata, en su mayoría, de votantes de edades avanzadas (más que 50% hombres) que redoblan su voto a Milei, ya que aún no están dispuestos a afrontar la posibilidad de haber cometido un grave error al cambiar su apoyo de la coalición JxC a LLA, cuando su propia candidata, Patricia Bullrich, fue eliminada estrepitosamente de las elecciones en la primera ronda. Finalmente hay un tercer sector, muy reducido, principalmente partidarios del PRO (incluyendo el mismo líder del PRO Mauricio Macri) a los que se les hace agua a la boca pensando en las enormes ganancias que se obtendrían de las privatizaciones. Han activado su propiedades en los medios de comunicación y su vasto poder de persuasión para tratar de sostener lo que queda del apoyo a Milei porque quieren llevarse una porción de la torta, y pronto. Ven el dinero apilado sobre la mesa y tienen los recursos para sobrevivir y prosperar mientras la sociedad se derrumba. A muchos de este pequeño grupo les importa poco o nada la sociedad local y, de hecho, a menudo prefieren vivir en el extranjero, en Miami Florida o en Europa.
Recortes durante la Semana Santa
Mientras el país se tomaba las vacaciones de Semana Santa, Milei anunció que más de 70.000 empleados públicos iban a ser despedidos. Este procedimiento comenzaría con 15.000 a finales de marzo, sin contar los probables recortes en el mayor plan de salud pública de Sudamérica (PAMI) ni en las empresas públicas en proceso de adelgazamiento antes de su privatización. No hubo patrones inmediatamente obvios en la lógica de seleccionar trabajadores para el despido. Anteriormente se había pensado que las recientes incorporaciones de mano de obra serían las primeras en irse, pero algunos de los primeros contratos que no se renovaron incluían a trabajadores que llevaban décadas trabajando en su órgano estatal. La corrupción en algunos sectores del Estado con cargos políticos a los que se pagaba para que no acudieran a trabajar (los famosos ñoquis o empleados que sólo acudían a cobrar su sueldo a final de mes) no estaban en el punto de mira, ya que en algunos casos son los más difíciles de despedir. Pronto podrían ser la mayoría de los empleados de algunos servicios públicos.
Un ejemplo son los recortes previstos son las 150 empleados de la Agencia Meteorológica Nacional, de los cuales 54 ya habían recibido notificaciones de despido antes de Semana Santa. Las reducciones de personal en los servicios meteorológicos nacionales no son infrecuentes cuando un negacionista del cambio climático accede al poder presidencial, pero el SMN había estado muy ocupados justo en marzo con unas inundaciones extraordinarias en todo el norte del país (incluida en su capital, Buenos Aires) que, además de anegar calles y casas, habían ahogado gran parte de la producción agro-industrial destinados a la exportación y contribuido a potenciar el consiguiente brote de dengue, el peor jamás experimentado, que sigió haciendo estragos entre la población durante la Semana Santa.
El SMN no fue el único. A finales de marzo, los recortes de personal ya habían empezado a afectar a casi todos los departamentos del Estado, a excepción de los servicios secretos. El patrón era decididamente anti-obrero, anti-mujer y, por supuesto, anti-pobre, especialmente de las zonas rurales. Se recortaron las protecciones de los derechos humanos, pero todos los aspectos del Estado están sometidos a la motosierra. Los mayores recortes comenzaron en los Departamentos de Trabajo con los Servicios Sociales, especialmente ANSES (pensiones públicas) también siendo destripadas para su privatización. Los derechos de la mujer y los derechos humanos (en particular las protecciones de género, de los indígenas americanos y contra el racismo) también se vieron gravemente afectados, al igual que los recortes en los servicios para los ancianos. Los puertos marítimos y fluviales, el transporte por carretera y la regulación de la pesca se llevaron la peor parte de la desregulación. También se suprimieron las ayudas estatales a la cultura, en particular al famoso INCAA, la agencia de producción cinematográfica, pero también al teatro. También se incluyeron en los recortes el Instituto Geográfico Nacional, el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y, anunciado con regocijo liberal, la eliminado por completo del Instituto para Reducir la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).
La siguiente tabla muestra el alcance de la primera ola de recortes por sector, pero no incluye AYSA, la compañía de agua, la Televisión Pública, Radio Nacional o la agencia de noticias Télam. Tampoco figura el Correo Argentino que ya había sido privatizado bajo Menem, luego re-nacionalizado y está siendo preparado para la privatización de nuevo, un proceso disruptivo que ha ayudado a convertirlo en el servicio de correo más caro del planeta. Incluso la Biblioteca Nacional iba a perder gente, lo que no es ninguna sorpresa para una generación que se deja manipular por los tuits y que leen menos libros.
El colapso orquestado se cobra su tributo
Irónicamente, incluso la reducción libertaria del gobierno argentino se estaba derrumbando. Armando Guibert, recientemente nombrado responsable de la reducción del Estado, recibió el grandioso título de “Secretario para la transformación del Estado y las funciones públicas”. El propio Armando dimitió en marzo (por razones puramente personales, por supuesto). Guibert era un operador de confianza de los tiempos de Macri y hombre de confianza de Sturzenegger y había sido seleccionado por Nicolás Possé, quien encabezaba el gabinete de guerra de Milei. Possé también despidió recientemente a Guillermo Ferraro, ministro de Infraestructura, por el terrible error de filtrar a la prensa operaciones democráticas de las decisiones del gabinete. Ferraro sólo duró 40 días.
Un pequeño incidente en Tierra del Fuego, el último puesto avanzado de Argentina antes de la Antártida y las Malvinas, reveló la fragilidad del inexperto castillo de naipes que era el gobierno de Milei, pero el escándalo de la merluza negra es una historia para otro día.
- Jubilación y servicios sociales (Anses): 1200
- Secretaría de Agricultura Familiar: 900
- Ministerio de “Capital Humano”: 800
- Centros de Referencia de Desarrollo Social (CDR): 600
- Secretaría de Trabajo: 517
- Agencia Nacional de Discapacidad: 332
- Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf): 300
- Personal Civil de las Fuerzas Armadas: 280
- Secretaría de Comercio: 225
- Secretaría de Cultura: 208
- Nación ART: 200
- Administración General de Puertos: 185
- Producción, promoción e proyección de cine nacional INCAA: 170
- Subsecretaría de la Mujer: 150
- Ríos y deltas contaminados, Acumar: 120
- Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo): 120
- Estadísticas Nacionales / Indec: 100
- Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV): 89
- Apoyo a la Ciencias y la educación Conicet: 87
- Servicio Meteorológico Nacional: 80
- Parques Nacionales: 79
- Vialidad: 67
- Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP): 40
- Ministerio de Economía: 26
- COPREC (Servicio de Conciliación Previa en las Relaciones de Consumo): 25
- Secretaría de Energía: 21
- Secretaría de Derechos Humanos: 12
- CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte): 2
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